Por Ignacio Prieto Henríquez
Cada 1 de mayo es mucho más que un feriado irrenunciable: es una fecha cargada de historia y significado. Se conmemora la lucha de millones de trabajadores y trabajadoras que, con organización y compromiso, lograron conquistas fundamentales en el mundo laboral. Esta jornada es un llamado a mantener viva la memoria del movimiento sindical y a seguir avanzando en los derechos que aún están pendientes.
En este nuevo Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora, reafirmamos el compromiso con el trabajo decente, entendido como empleo digno, con remuneraciones justas, protección social, condiciones seguras y conciliación con la vida familiar. Este enfoque no solo eleva la calidad de vida de las personas, sino que constituye la base para una sociedad más equitativa y un desarrollo verdaderamente sostenible.
Desde el Gobierno del Presidente Gabriel Boric, hemos impulsado una ambiciosa agenda laboral basada en el diálogo social y en la convicción de que el trabajo humano merece reconocimiento y dignidad. Destaca en esta agenda el reajuste histórico del salario mínimo, que alcanzará los $500.000, fruto de acuerdos con la CUT y el sector empresarial, beneficiando directamente a miles de familias.
La implementación gradual de la Ley de 40 Horas representa otro avance clave. Esta iniciativa no solo mejora la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras, sino que promueve una mayor productividad centrada en el bienestar. Asimismo, la Ley de Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral permite que más mujeres puedan insertarse y mantenerse en el mundo del trabajo, superando barreras históricas. En Tarapacá, más de 26 mil trabajadoras ya acceden a estos beneficios, consolidando una transformación con enfoque de género.
En materia de protección laboral, la ratificación del Convenio 190 de la OIT y la promulgación de la Ley Karin marcan un antes y un después en la lucha contra el acoso y la violencia en los espacios de trabajo. Estas medidas no solo fortalecen la dignidad laboral, sino que apuntan a un cambio cultural urgente.
La Reforma Previsional en curso también es parte de este compromiso, proponiendo un modelo mixto que incorpore solidaridad y corrija las inequidades del sistema actual, para garantizar pensiones más justas hoy y en el futuro.
Sin embargo, los desafíos a nivel regional siguen siendo grandes: mejorar el empleo, reactivar las economías locales, fomentar la capacitación, atraer inversiones y apoyar a quienes buscan nuevas oportunidades. El trabajo decente debe llegar a todos los rincones del país, sin distinción.
En este primero de mayo, rendimos homenaje a quienes lucharon por los derechos que hoy disfrutamos y reafirmamos nuestra responsabilidad de seguir avanzando. Porque no hay desarrollo sin trabajadores y trabajadoras con derechos, y ese seguirá siendo nuestro norte.