En la región, la comunidad rindió un emotivo homenaje a sus seres queridos, preservando una tradición profundamente arraigada en la cultura local, que se celebra especialmente durante el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos. En cada una de las comunas de la zona, familiares y amigos se reunieron en los cementerios para recordar a quienes ya no están, ofreciendo flores, velas y alimentos tradicionales como el pan amasado y el vino, en señal de cariño y respeto.
Una de las costumbres más significativas de este tributo es la creación de flores de hojalata, un símbolo de resistencia frente a las inclemencias del desierto más árido del mundo. Ante la escasez de recursos y las duras condiciones climáticas, las mujeres pampinas comenzaron a fabricar estas flores metálicas como una manera de desafiar el paso del tiempo y las adversidades del sol y el viento abrasador.
La elaboración de las flores de hojalata, que involucra moldes, ensamblaje y pintura, es un proceso meticuloso que, sin embargo, da lugar a un resultado duradero: flores que no se marchitan ni pierden su color bajo el sol implacable del desierto. Este tributo se convierte en un homenaje eterno, que adorna las tumbas con un simbolismo de fortaleza frente a las dificultades del entorno.
Angélica Villalobos Colque, quien ha aprendido el arte de fabricar flores de hojalata, explica que este proceso no solo sirve para honrar a los difuntos, sino que también representa un testimonio de la creatividad y la resiliencia de la comunidad. «Las flores son un recordatorio de nuestros seres queridos y un legado de lo que queda en los cementerios. Es un patrimonio valioso que debemos preservar y transmitir a las futuras generaciones», señala Villalobos.
El Proceso de Creación de las Flores de Hojalata
Aunque el proceso de creación de estas flores es relativamente sencillo en cuanto a los pasos, requiere gran destreza y paciencia. Desde la elaboración de los moldes hasta el ensamblaje y pintado de las piezas, cada flor refleja el cariño y la dedicación con que se rinde homenaje a los difuntos. Esta tradición también representa una forma de «domesticar» el implacable entorno del desierto, al reutilizar latas y otros materiales disponibles, transformándolos en hermosas obras de arte.
Las tumbas decoradas con estas flores metálicas, junto con coronas de papel de seda o crepé, crean un contraste conmovedor con los tonos ocres de la pampa. Este paisaje, impregnado de historia y memoria, fusiona el recuerdo de los seres queridos con la resistencia del pueblo pampino a las duras condiciones naturales. Así, las flores de hojalata se convierten no solo en un símbolo de amor y respeto, sino también en un emblema de la fuerza, creatividad e ingenio de quienes habitan en el desierto.
