En las últimas décadas, el panorama de la comunicación ha cambiado radicalmente. Años atrás, la radio, la televisión y la prensa escrita eran los principales vehículos de información. Hoy en día, el surgimiento de las redes sociales e internet ha transformado este escenario, convirtiéndose en las plataformas preferidas para la mayoría de las personas, quienes buscan información y comparten opiniones en tiempo real.
Aunque la radio y la televisión siguen desempeñando un papel importante en la difusión de mensajes, la irrupción de los medios digitales ha llevado a muchas personas a optar por fuentes más informales y comunitarias, lo que permite una mayor diversidad de voces y opiniones. Este cambio plantea una pregunta esencial: ¿cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación en la transmisión de información, especialmente en áreas tan críticas como la salud?
La relación entre las autoridades sanitarias y los medios de comunicación debe ser profundamente colaborativa. Es crucial que la salud pública cuente con canales eficaces para promover prácticas saludables, educar sobre condiciones sanitarias y advertir sobre riesgos potenciales. En este contexto, el papel de los medios es fundamental, ya que ayudan a desmitificar conceptos erróneos, organizar la información y fomentar el autocuidado, que es nuestro objetivo primordial.
La comunidad exige información clara y veraz, preferentemente proveniente de fuentes confiables. En temas de salud, un mensaje malinterpretado o incorrecto puede tener consecuencias graves e incluso fatales. Hemos observado los efectos de la desinformación en los movimientos antivacunas, los cuales han disminuido las tasas de inmunización y han llevado al resurgimiento de enfermedades previamente controladas, como el sarampión, la rubéola y la poliomielitis.
Como autoridades, nuestra responsabilidad es proporcionar información precisa, evitando causar pánico o confusión. Por ello, es vital que los medios de comunicación actúen como aliados en la difusión de información crítica. A lo largo de los años, hemos logrado comunicar eficazmente la importancia de las campañas ministeriales, protegiendo a nuestros grupos vulnerables y a la población en general, y evitando el colapso de nuestras redes asistenciales.
Una comunicación clara y fundamentada es esencial para fortalecer la salud comunitaria, permitiendo a los ciudadanos participar activamente en su propio cuidado y en el de sus seres queridos. No obstante, esta responsabilidad no recae únicamente en las autoridades. Cada individuo también debe asumir su papel, informándose a través de canales y plataformas confiables, evitando caer en las trampas de las noticias falsas y utilizando las redes sociales de manera responsable.
Como servidores públicos, nuestro compromiso es con la comunidad. La comunicación efectiva y veraz es nuestra herramienta más poderosa para garantizar una salud pública robusta y un bienestar colectivo duradero.