La promulgación de la Ley que reconoce y mejora las condiciones laborales de los recolectores y recolectoras de residuos domiciliarios marca un paso significativo hacia la construcción de un Chile más justo y digno. Este avance representa un reconocimiento largamente esperado por miles de trabajadoras y trabajadores que, con esfuerzo, compromiso y sacrificio, garantizan día a día un servicio esencial para el bienestar de todas y todos: mantener limpias nuestras ciudades.
El Presidente Gabriel Boric lo expresó con claridad: “los mínimos hay que cumplirlos, y durante mucho tiempo los mínimos no se cumplían”. Esa frase resume el espíritu de esta ley. No se trata de un privilegio, sino de justicia. Porque ningún trabajador o trabajadora debería desempeñar su labor en condiciones de riesgo, sin acceso a servicios básicos o sin el reconocimiento de la importancia de su función.
Gracias a esta legislación, más de 21 mil personas en Chile —entre trabajadores municipales y del sector privado— verán mejoradas sus condiciones laborales y de salud. La ley establece, entre otros avances, que en las licitaciones se prioricen las ofertas que entreguen mejores sueldos y condiciones, se garantice el acceso a servicios sanitarios, espacios de descanso e higiene, y se incorpore la obligación de capacitaciones y protocolos de prevención de riesgos laborales. Además, se reconoce el carácter de trabajo pesado que implica esta función.
Como Ministerio del Trabajo y Previsión Social, nuestro compromiso es claro: avanzar hacia un país donde el trabajo decente sea la norma, no la excepción. Un país en el que cada persona, sin importar su oficio, cuente con derechos, seguridad y dignidad.
En la región de Tarapacá, 250 trabajadoras y trabajadores se verán beneficiados directamente por esta ley, que tiene un valor especial para nuestro territorio. Sabemos del esfuerzo de quienes realizan su labor en condiciones extremas, bajo el sol del desierto o en las madrugadas, cumpliendo una tarea silenciosa pero esencial para nuestra vida cotidiana. Hoy, ese trabajo recibe el reconocimiento que merece.
Promulgar esta ley no es solo un acto administrativo. Es una señal de país: de respeto, de justicia y de humanidad.
Porque dignificar el trabajo es, en definitiva, dignificar la vida.


